domingo, 9 de diciembre de 2012

Mujeres



     Estas son dos historias, dos historias sobre dos mujeres muy distantes en el espacio y muy distantes en la edad, pero ambas tienen algo en comun la determinación y el coraje.
 Primera mujer
         Una terrible noticia asaltó los periódicos y las televisiones hace unas semanas, la tortura y asesinato de María Santos Gorrostieta Salazar, exalcaldesa de Tiquicheo en el estado de Michoacán. Parece que estábamos curados de espanto de todas las atrocidades que suceden en algunos lugares de México con las mujeres, y nada que viniera de allí parecía ya sorprendernos, pero parece que no es así, siempre la brutalidad y el horror se superan así mismos. María Santos era ante todo una esposa y madre que un día alcanzó la alcaldía de su ciudad y solo se le ocurrió plantar cara al narcotráfico, nada más y nada menos. Con toda su dignidad no se doblegó a las presiones de los malhechores que la sometieron a acoso y atentaron contra su vida en varias ocasiones sufriendo graves heridas, en uno de estos atentados perdió a su esposo. Aún tuvo el valor de fotografiar su cuerpo con terribles heridas, ¡Qué mujer!. Ella era médico y podría haberse ganado la vida perfectamente fuera de la política, ¿Qué la llevó a una vida de lucha por la dignidad humana? ¿Cómo resistió los embates de lucifer reafirmandose en sus convicciones?, me temo que estas preguntas son de dificil respuesta y solo están al alcance de personas excepcionales. Cuando ya había abandonado la alcaldía, solo se le ocurrió volver a su pueblo confiada en las declaraciones del alcalde vigente animando a volver a todos los perseguidos porque los tiempos del terror habían ya pasado. Nada más lejos de la realidad, sus verdugos, animales vengativos, descuartizadores profesionales, no iban a perder la ocasión de darse un festín de sangre y sufrimiento. La secuestraron, torturaron y mutilaron, pero no completaron el circulo de devorarla como corresponde a semejantes animales, mataron por placer y dejaron el cadaver junto al arroyo. Pero no consiguieron arrancarle su dignidad y su valor, en cambio perdieron esa brizna de humanidad que aún les pudiera quedar.
          Y ante esta barbarie nos asalta la duda, ¿merece la pena todo este sufrimiento cuando quienes tenian que protegerla la dejaron desvalida y ella no tenía la mas mínima oportunidad de sobrevivir? No todos tenemos el valor suficiente para hacer lo que debemos y cuando debemos, es lo que diferencia a los héroes del resto de los mortales. Son estos "pequeños" actos heroicos los que han hecho que se hayan mejorado las condiciones de vidad del resto de personas, porque estoy seguro que esta muerte no será en vano, que quedará en el recuerdo de la gente de bien y a los verdugos les perseguirá su barbarie hasta el resto de sus días.
Segunda mujer
        Hace unos días, paseaba por el centro de Madrid, aunque el frío no era intenso era lo suficientemente castigador para todo aquel que osara pararse más de dos minutos en el mismo sitio, cuando en una esquina me tope con una anciana diminuta, como sacada de un cuento de los hermanos Grimm. Estaba tapada por completo solo dejando al descubierto su carita de aflicción y sus manos.

        Tocaba el organillo para sacarse unas perras posiblemente para mantener a una familia de parados mucho más jóvenes que ella. Deposité unas monedas en un cazillo de madera y ella ateridad por el frío me sonrió y giró lentamente la manivela para reproducir una música, que ahora no recuerdo, posiblemente la Verbena de la Paloma o similar, pensé por un instante en lo dura e injusta que es la vida para esta mujer que debería estar ya a buen resguardo, lejos del frío y las penurias. Tras mi paseo volví a pasar por el mismo sitio pero la abuelita del cuento ya no estaba, ¿habría cumplido ya jornada laboral? o ¿habría recaudado ya lo suficiente como para comer ese día?. Luego supe que la diminuta anciana, era hija de un ilustre organista, que también se ganaba la vida con el mismo organillo y seguramente en el mismo sitio, un tal Mariano. Indagué por internet y pude ver que la abuela se ganaba la vida con el organillo desde hacía tiempo y que su apariencia denotaba más edas de la que debía tener en realidad, la vida la había castidado duramente sin duda. Desgraciadamente este trabajo que alegra la vida de los que pasan a su lado no tiene derecho a pensión y ella se verá obligada a continuar con el mismo mientras el cuerpo aguante.
       Dos mujeres muy disntintas, con vidas muy separadas pero con algo en común, el coraje, la fuerza de levantarse cada día y enfrentarse a un mundo inhumano. Dos mujeres fuertes que hacen que este mundo nos sea un poco más llevadero al resto de los mortales, al resto de personas anónimas que transitamos por este cruel y a la vez bello mundo.


"No creo, contestó el organillero, los sueños no dependen de la vigilia, es al revés, quiero decir, para mí soñar es como estar más despierto. Y a veces, cuando te despiertas, los sueños se quedan dormidos. Hay cosas que uno sólo sabe cuando duerme."

Andrés NEUMAN: El viajero del siglo
      









2 comentarios:

  1. Es realmente hermoso Claudio. Es muy bonito que dediques tus pensamientos a valorar a personas tan luchadoras a la vez que maltratadas e ignoradas por la mayoría siempre silenciosa.

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  2. Gracia Ana, tu eres una mujer concienciada, hay cosas que no podemos dajar pasar a nuestro lado como si no fuera con nosostros.

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