A nuestro alrededor se suceden historias de vidas anónimas desgarradoras que a fuerza de oírlas y verlas acaban por insensibilizarnos. Ya había hablado de los mendigos que nos rodean, pero nunca de otros pobres que también están ahí. Es lo que ocurre con el drama de la inmigración desde África en pateras. Esta es la historia de Balla, un muchacho desesperanzado en su Senegal natal que un día decidió meterse en una frágil barca y lanzarse hacia un rumbo desconocido. Imaginemos por un momento que uno de nuestros hijos decide montarse en una barquilla y lanzarse mar adentro para ir a un lugar imaginario donde espera encontrar mejores condiciones de vida. Para nuestra mentalidad esto sería inimaginable. Se necesita mucha desesperación y mucho valor.
Es común que mientras estamos en algún bar o terraza, dando rienda suelta a nuestras frustraciones semanales, se nos acerquen varios africanos intentándonos vender algo con lo que subsistir, por lo general todos los días repiten el mismo recorrido y aparecen uno tras otro casi en el mismo orden, ya los conocemos a todos y forman parte del paisaje. Un día apareció una cara nueva que me llamó la atención por su juventud, era un chico 20 años según supe después, alto y bien parecido, se ganaba la vida como los otros, yendo de bar en bar intentando vender baratijas, cinturones, gafas o relojes, todo de muy mala calidad, se ve que que la gente está tiesa y cosas más caras son más difíciles de vender. Mi primer contacto con el fue con la compra de un cinturón, una vez que les compras algo, indefectiblemente cada vez que te vuelven a ver se acercan para intentar otra vez la operación. Cada día iba extrayendo algo de su vida. Llegó a Canarias hace un año en un patera donde murieron, 4 compañeros, vive en un piso con otros 14, no tiene ninguna profesión aunque ha estudiado hasta el bachillerato en Senegal y su aspiración es poder embarcar algún día en algún barco para ganarse la vida. Para ello se ha apuntado a unos "cursillos de marinero", pero como a perro flaco todo son pulgas, tiene un problema que le inhabilita de momento, no sabe nadar, y claro un marinero que no sabe nadar.......como que no cuadra, así que se ha apuntado a otro cursillo, el de natación. Ahora pienso que cualquier pequeño contratiempo en la patera habría dado con su delgado cuerpo hundido irremediablemente en un instante en las gélidas y oscuras aguas oceánicas. Difícil lo tiene el muchacho y su futuro no parece muy alentador. Es un musulmán férreo en su creencia, cree que su religión es la única verdadera y practica a rajatabla lo que el Corán le indica, nada de alcohol, nada de cerdo, nada de mujeres hasta el matrimonio etc, los ojos se le iluminan cuando habla de Alá y su Mohamed (Mahoma) que desgraciadamente no moverán un dedo por ayudarle como tampoco lo haría el nuestro, su creencia le sirve para mantener su ilusión. Su curiosidad le lleva a preguntarme constantemente por el significado de las palabras, ayer le toco a la palabra "bobo", es lo mismo que tonto le repliqué, y ¿que es tonto? y aquí me pilló, persona de poco entendimiento dice el diccionario, pero también hay personas leídas que son tontas, pensé para mí. Es como un loco, volvió a inquirir, no, le repliqué, el loco es un enfermo y el tonto o bobo no tiene por qué serlo. Es un insulto, le dije, para remachar la explicación, y ¿qué es un insulto? volvió a contestar, ¡joder! a este paso voy a acabar explicándole todo el diccionario. Esto ilustra otra dificultad añadida y aumenta su vulnerabilidad, él hace todo lo posible por aprender el español e incluso lee, pero las palabras española a veces tienen matices endiablados y no digamos si hablamos de los tonos con los que se pueden decir y significar todo lo contrario.
Casi le hemos adoptado y de vez en cuando, ya compradas toda la gama de cinturones, le damos algo de dinero que el agradece muy educadamente. Los negros siempre aparentan más edad de la que tienen o no sabemos distinguirlos bien, igual sucede con los orientales que para mí son todos casi iguales, imagino que para ellos será lo mismo cuando ven a un blanco. Pero hay detalles que delatan su inocencia juvenil. Lleva un móvil destartalado, me pidió ver mi móvil, un "smarfone" corriente, se lo dejé. Mientras pasaba el dedo con suavidad por la pantalla los ojos se le quedaron clavados fascinados en la misma, como cuando un niño acaba de abrir el regalo de reyes, pura inocencia. a veces pasa un rato con nosotros tomándose un Nestea tratando de recuperar el aliento o quizás por sentir algo de cariño, eso tan fácil de dar y que tanto nos cuesta a veces. Cuando se iba a despedir le pregunté por su dieta, porque no me imagino como puede sobrevivir con las exiguas ganancias de la venta. Desayuna pan con mantequilla, de vez en cuando come alguna manzana que es la fruta que más le gusta, no come por lo general al medio día y la cena con frecuencia consiste en un bocadillo de sardinas (un euro la lata). A pesar de todo su aspecto es muy saludable.
Es un niño todavía y muy valiente, pero eso no es suficiente para sobrevivir en la vorágine que le espera. Deseo que con toda la determinación que está demostrando por salir del agujero, le sirva para tener un futuro que le permita ganarse la vida dignamente antes de ser presa de la desesperación.
"Nadie puede darte tu libertad. Nadie puede darte tu igualdad o justicia o cualquier otra cosa. Si tú eres un hombre, cógelo".
Malcon X