Llevamos un año glorioso, cada día nos atormentan recordándonos las múltiples calamidades que nos esperan, nos recuerdan lo que debemos y lo que hay que pagar como sea. ¡hay que reducir el déficit! es la cantinela que oímos invariablemente cuando conectamos la radio, ponemos la televisión o leemos el periódico. Con la Demonica (Angela) Merkel, su secuaz Sarkozy y el presidente del banco Central Europeo, que forman la llamada "troika" , más parecida a la Yakuza japonesa, exigiendo el ahogo por estrangulamiento o por inmersión de los paises sureños si no pagan lo que deben ¡que se habrán creído estos!, ellos son pobres y así deben seguir.
Pero como las calamidades nunca vienen solas, a estas se ha añadido una pertinaz sequía, que a modo de plaga bíblica, nos ha resecado la boca desde hace varios meses. Los pantanos languidecen, los agricultores ya arruinados, miran todos los días al cielo en busca de esa nube salvadora que se resiste a soltar su oro. Y todo por ese maldita A que se ha situado sobre las islas Azores y desvía como un cíclope todas las B que se nos aproximan. El resto del personal nos aburrimos con un tiempo monótono y cruel.
¿Que más nos puede pasar? estaremos atentos durante el próximo mes, pero por favor que llueva un poco ya que tenemos sed, nuestros campos agrietados y resecos esperan. ¡Ah! y dentro de poco asistiremos a las procesiones para interceder ante el Altísimo para que obre el milagro de la lluvia. ¡Qué palabra tan bonita! siempre me ha parecido la palabra más bonita de nuestro idioma, lluvia, esta palabra me evoca unos recuerdos indescriptibles y ahora además de bonita es también necesaria.
¡Que Dios reparta suerte! y claro, nos pille confesados.